Azorín y la figura del pintorurdimbre de una identidad literaria (1894-1946)

  1. Márquez, Gemma
Dirigida por:
  1. Adolfo Sotelo Vázquez Director/a

Universidad de defensa: Universitat de Barcelona

Fecha de defensa: 19 de abril de 2016

Tribunal:
  1. Miguel Ángel Lozano Marco Presidente
  2. Ana Rodríguez Fernández Secretario/a
  3. Antonio Monegal Brancós Vocal
  4. Jesús Rubio Jiménez Vocal
  5. Mª Luisa Sotelo Vázquez Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 421176 DIALNET

Resumen

Esta tesis toma como punto de partida la idea de que las figuras de pintor que Azorín construye en su obra pueden iluminar el modo en que el autor entiende la identidad del escritor y las contradicciones que esta afronta durante la modernidad. Ello se enmarca en un contexto histórico en que el papel de la creación literaria experimenta una intensa revisión, producto del desencaje entre la labor artística y el sistema económico en el que debe subsistir. La pugna por la autonomía del campo literario, que ha cruzado todo el XIX, tiene un repunte privilegiado a finales de siglo; lo que se manfiesta en tres fenómenos: la discusión acerca de las diversas modalidades de creador literario ¿del artista puro al intelectual¿, el auge de la metaliteratura y el uso de la pintura como espejo mediante el que encontrar la especificidad y las limitaciones de lo literario. La relación de Azorín con la figura del pintor responde a estas tres tendencias, de forma que su identidad como escritor se construye en buena medida como fruto de su confrontación con los pintores. El análisis de la función que desempeñan las figuras de pintor, históricas o ficticias, en la obra azoriniana, se fundamenta en dos supuestos ya clásicos en los estudios sobre la narrativa y la biografía de artista: el primero, que todo relato sobre la vida de los pintores está cruzado por los arquetipos y la mitología que la tradición ha creado en torno a ellos para intentar comprender su capacidad creadora; el segundo, ya para un período histórico más delimitado, que la narrativa decimonónica sobre el pintor surge de la ansiedad del escritor ante la pérdida de autonomía en su propio campo. Desde estas premisas, la tesis muestra cómo las figuras de pintor en Azorín son el resultado de un juego literario que enlaza libremente los discursos históricos y críticos con sus propias preocupaciones. El resultado es la creación de un modelo que cifra la ética estética del artista puro, aquella que al escritor se le hace difícil cumplir netamente en su circunstancia. Teniendo en cuenta que la relación de Azorín con ese paradigma de artista puro se prolonga hasta la posguerra, este trabajo estudia sus reelaboraciones desde 1894, fecha en que J. Martínez Ruiz publica el primer relato protagonizado por un pintor, hasta 1946, cuando aparece en Memorias inmemoriales la última referencia a una de sus recreaciones más acabadas del pintor. En su primera parte, la tesis atiende a la correspondencia entre los tópicos de la narrativa de artista decimonónica y las figuras de pintor que J. Martínez Ruiz elabora entre 1894 y 1901. La segunda parte se centra en la presentación azoriniana de Darío de Regoyos, Aureliano de Beruete e Ignacio Zuloaga, así como en su particular mito de artista puro: el elaborado en torno al pintor desconocido que Azorín encuentra durante su viaje a Mallorca en 1906, y cuya figura va apareciendo intermitentemente hasta 1946. En la tercera parte se estudian las posibilidades metaliterarias que a Azorín le ofrece su interés por el estudio del pintor, y que desempeñarán un papel importante en Superrealismo. La última parte revisa la experiencia del Museo durante el exilio azoriniano, la búsqueda de referentes estilísticos para la expresión del dolor humano en Gustave Courbet, Rembrandt y Camille Corot, y el empleo de la obra de William Turner para representar la posición de Azorín en el clima de la primera posguerra.