Joaquín lorenzo villanueva (1757-1837)un paradigma del tránsito de la ilustración al liberalismo

  1. Ramírez Aledón, Germán
Dirigida por:
  1. Pedro Ruiz Torres Director/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 05 de febrero de 2021

Tribunal:
  1. Emilio La Parra López Presidente
  2. María Cruz Romeo Mateo Secretario/a
  3. Gérard Dufour Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 649723 DIALNET

Resumen

Estudio de la vida y obra de Joaquín Lorenzo Villanueva (1757-1837), cuya biografía nos sirve de paradigma o referente de la crisis de la Ilustración española en el tránsito al liberalismo. El análisis de su vida y pensamiento ejemplifica las tensiones que hubo en el tránsito de un siglo a otro entre las viejas herencias del Antiguo Régimen y las nuevas ideas que aportaba la revolución liberal. Villanueva, como eclesiástico y hombre cercano a la Corte y al poder, ilustraba a la perfección las limitaciones de ese paso hacia el nuevo modelo de Estado y sociedad, al tiempo que es ejemplo del clero reformista, que dudaba en autoproclamarse “liberal” por temor a la carga simbólica de ese concepto. Aun así, esa parte del clero del que forma parte Villanueva, de forma destacada, es un ariete de las reformas emprendidas en la España de las tres primeras décadas del siglo XIX, cercenadas y frenadas por el absolutismo fernandino. El precio que pagaron estos primeros “liberales” fue alto: destierro, exilio y muerte. La tesis se articula en ocho capítulos, el primero de los cuales se dedica a los aspectos teóricos de la biografía y la metodología empleada. Se basa en los estudios que ponderan la biografía como método de análisis de un momento histórico, alejada por tanto de la narrativa literaria y en línea con la llamada historia biográfica, que entrelaza los métodos del análisis social de una época con los episodios de la vida del personaje biografiado. Esto encaja en el caso analizado de forma clara, ya que la biografía de Joaquín Lorenzo Villanueva está emparejada con las grandes etapas de tres reinados: Carlos III, Carlos IV y Fernando VII. Su vida, pues transita por la crisis del Antiguo Régimen, es un actor principal desde sus primeros pasos en la corte en 1780 hasta su huida apresurada de España en octubre de 1823 (caps. 2 a 6). En ese espacio temporal de más de cuatro décadas, consuma su cursus honorum, consigue ser diputado en dos ocasiones (Cortes de Cádiz y del Trienio), embajador frustrado ante la Santa Sede, académico de la Lengua y de la Historia, capellán real, caballero de la Orden de Carlos III, calificador del Santo Oficios y autor de una amplia producción escrita sobre asuntos religiosos, teológicos, canónicos, históricos, literarios o políticos. Desarrolló también una larga carrera como polemista, desde la primera sobre su defensa de la lectura de la Biblia en lengua vulgar desde los años noventa del siglo XVIII hasta su muerte en Dublín. Especialmente intensa fue su etapa gaditana como diputado y polemista. Y de gran interés sus años de exilio, de 1823 a 1837, que muestran aspectos muy desconocidos de su vida, pensamiento y acciones (cap. 7). Se analiza en la tesis toda su obra su pensamiento, partiendo de sus primeras obras publicadas en 1783-1784 hasta su muerte. Eso da lugar al estudio de su pensamiento teológico-político (jansenismo, regalismo, episcopalismo) y su evolución ideológica que le lleva de la Ilustración católica, que practica desde muy joven dentro de un reformismo ilustrado tutelado por la monarquía española y sus poderes de control, al pensamiento liberal. Esa evolución adquiere un nuevo rumbo a partir de 1810, cuando llega a Cádiz. Del ilustrado tardío va evolucionando al liberalismo primigenio en la España de la Cortes hasta convertirse en uno de los más notable miembros de este “partido” liberal. Esa transición es una de las claves de su vida y se estudian las contradicciones que acarrea. Sus aportes a la revolución liberal se fraguan en la defensa de la Constitución y de la legitimidad de la soberanía nacional, así como de las Cortes como representantes de esa soberanía; y la herencia regalista que traslada, desde la etapa gaditana y más aún en las Cortes del Trienio, del monarca a la nación soberana. Su no admisión para entrar en Roma en 1822 como embajador del Estado español acentuó no solo su anticurialismo, sino una fórmula regalista que hemos denominado “regalismo constitucional”, un encaje entre lo viejo y lo nuevo, tendencia que acentuó en el exilio. Seguidor en buena parte de las teorías de Jovellanos y Martínez Marina sobre la soberanía, el conceto de Constitución histórica y monarquía moderada, Villanueva desarrolló su propia teoría política que intentaba conciliar las viejas herencias del Antiguo Régimen con las nuevas ideas del constitucionalismo liberal, en la que la religión siempre ocupó, para él, un lugar reverencial y preferente.