El sector norte de la cuenca neógena de Terueltectónica, clima y sedimentación

  1. Ezquerro Ruiz, Lope
Dirixida por:
  1. José Luis Simón Gómez Director
  2. Carlos Luis Liesa Carrera Director
  3. Aránzazu Luzón Aguado Director

Universidade de defensa: Universidad de Zaragoza

Fecha de defensa: 13 de setembro de 2017

Tribunal:
  1. César Viseras Alarcón Presidente/a
  2. Arsenio Muñoz Jiménez Secretario/a
  3. Pedro Alfaro García Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 492893 DIALNET

Resumo

El sector norte de la Cuenca de Teruel, localizado en la parte suroriental de la Cordillera Ibérica, es una estructura extensional en semigraben de orientación N-S controlada en su margen oriental por fallas de dirección NNO-SSE a NNE-SSO. Esta macroestructura está ligada al rifting del Surco de Valencia; su desarrollo se inició a comienzos del el Mioceno Superior y se mantuvo bajo un régimen de esfuerzos extensional que facilitó la reactivación tectónica de estructuras heredadas de etapas anteriores. El relleno de la cuenca tuvo lugar de manera continua hasta el Pleistoceno, con materiales continentales detríticos, carbonatados y yesíferos. La ubicación de la cuenca dentro de la Placa Ibérica y el intervalo temporal que abarca hacen que el conocimiento detallado de esta cuenca sea clave para comprender la evolución reciente de la región. A pesar de que existían aportaciones previas tanto desde el campo de la estratigrafía como de la tectónica, la geomorfología o la paleontología, este es el primer estudio integrado que reúne y combina la información de todas estas disciplinas. En este trabajo se ha realizado un análisis de cuenca para establecer la relación entre la evolución del relleno, la estructura, relieve y clima durante el Neógeno-Cuaternario. El análisis estratigráfico y sedimentológico ha permitido establecer la arquitectura del relleno neógeno de la cuenca. Dentro del armazón estratigráfico se han individualizado depósitos terrígenos adosados a los márgenes, con mayor granulometría y desarrollo vertical en el margen oriental que en el occidental, mientras que en la parte central dominan los materiales carbonatados y evaporíticos. Estos depósitos corresponden con ambientes y procesos propios de abanicos aluviales, lagos, deltas y dunas. El análisis estructural y morfotectónico ha permitido la caracterización geométrica, cinemática y dinámica de las principales fallas. Todo ello lleva a precisar el modelo en semigraben y la evolución de su margen activo, que se ha caracterizado como un margen en zigzag, formado por segmentos de falla y zonas de relevo de direcciones alternantes NNE y NNW. La tasa de desplazamiento de estas fallas fue ligeramente más elevada para el periodo Villafranquiense-actualidad que para el Vallesiense-Rusciniense. El campo de esfuerzos bajo el que se movieron esas fallas estaba dominado por una extensión E-W; bajo el que se desarrolló una fracturación nueva de dirección N-S, que contrasta con la mayor variabilidad de direcciones en los materiales mesozoicos. No obstante, ese campo general se desdobla en un sistema de extensión E a ESE triaxial, más temprano, y otro E a ENE multidireccional, más tardío. La presencia de un campo compresivo remoto (dirección de σ1 comprendida entre NNW y NNE) sigue registrándose de forma episódica a lo largo de todo el periodo temporal estudiado. El análisis de la composición isotópica (δ18O/δ13C) de los carbonatos lacustres y palustres del sector norte de la Cuenca de Teruel ha permitido reconstruir una curva isotópica relacionada directamente con las aguas lacustres y de precipitación para el periodo comprendido entre 9,8 y 1,8 Ma (Mioceno superior-Pleistoceno inferior). Se ha reconocido la existencia de una tendencia general hacia valores más ligeros que indica una evolución hacia el enfriamiento, la cual es representativa de la tendencia climática global y europea para este periodo. El análisis de la evolución megasecuencial del relleno evidencia una tendencia homogénea para toda la cuenca, caracterizada por la alternancia de diez megasecuencias progradantes y retrogradantes. A partir de la correlación entre la evolución megasecuencial, las evidencias de actividad tectónica y la señal climática se ha podido establecer que los límites megasecuenciales representan rupturas sedimentarias que limitan seis unidades genéticas TN1 a TN6. El valor temporal de las unidades genéticas ha permitido reconstruir la historia paleogeográfica para cada uno de los intervalos temporales que representan. La aplicación del Análisis Tectosedimentario a sistemas extensionales ha permitido proponer ciertas pautas a la hora de reconocer y caracterizar los límites de unidades, definiéndose un nuevo tipo de ruptura sedimentaria, el Tipo 1A o ruptura antitectónica. Estas rupturas muestran un cierto desfase entre la máxima deformación observable y el momento de máxima progradación aluvial. En relación con los dispositivos geométricos de los márgenes se han reconocido siempre la existencia de un onlap que puede responder a dos configuraciones ligadas a controles tectónicos: i) onlap sobre una discordancia debida a la charnela de un rollover, y ii) onlap rotatorio que forma parte de una discordancia progresiva. Este trabajo también ha permitido plantear la dualidad del control alocíclicico en la evolución megasecuencial. Se concluye que la señal tectónica siempre se manifiesta en la evolución megasecuencial independientemente de la señal climática, mientras que el clima solo se expresa en el registro sedimentario en el caso de que muestre un sentido contrario a la tectónica.