La construcción de la memoria del paisajepaisajes construidos, paisajes con memoria
- Lindez Vilchez, Bernardino
- Juan Antonio Calatrava Escobar Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Granada
Fecha de defensa: 15 de diciembre de 2015
- Rafael Gallego Sevilla Presidente/a
- Eduardo M. Sebastián Pardo Secretario/a
- Ignacio Bosch Reig Vocal
- Gabino Ponce Herrero Vocal
- J. R. Rosell Amigo Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA DEL PAISAJE. Paisajes construidos, paisajes con memoria. Bernardino Lindez Vilchez. Director de la tesis Dr. Juan Calatrava Escobar. Dpto. de Construcciones Arquitectónicas. Universidad de Granada. 1 Introducción El interés suscitado por la arquitectura popular española ha sido verdaderamente tardío. Comenzó con los viajeros del siglo XIX, aunque serían los hombres de la Institución Libre de Enseñanza y la Generación del 98 los que elevarían su consideración al rango de categoría estética. Ya que en su búsqueda de lo esencial y permanente de la cultura española descubrieron en la diversidad de su arquitectura y en la afirmación de sus distintas identidades regionales, características propias de “lo español”. En el siglo XX, la arquitectura popular ha sido objeto de estudio con carácter general, fundamentalmente por parte de los arquitectos , que encontraron en ella algunos de los ideales del Movimiento Moderno como la sencillez o la estandarización. En esta tarea jugarán un papel esencial los grupos de la vanguardia arquitectónica española como el GATEPAC, encabezados por García Mercadal. Momento a partir del cual empezará a configurarse una amplia historiografía gracias a los artículos que se publican en revistas especializadas, entre las que se destaca “Arquitectura” que edita el Colegio Oficial Central de Arquitectos, en Madrid. La arquitectura popular ha comenzado a estudiarse sistemáticamente en las últimas décadas por multitud de disciplinas. Desde la historia a la etnología, pasando por la antropología, el urbanismo y la sociología. Con todo, este patrimonio se encuentra seriamente amenazado por la importación monótona y generalizada de modelos arquitectónicos actuales, tan hostiles al medio, que los convierten en el elemento desintegrador de las morfologías, que hasta el momento, son fruto de una manera de situarse y relacionarse con el territorio a través de materiales y tipologías arquitectónicas que caracterizan el paisaje urbano de nuestros pueblos. También la legislación la ha incluido entre sus objetivos gracias a su consideración como bien protegible, ya sea como Conjunto Histórico o entre el Patrimonio Etnográfico, con el que han pretendido dar un paso adelante en su protección las leyes de Patrimonio Histórico Español y Andaluz . El corpus bibliográfico es abundante, sobre todo en lo que se refiere a su historia, geografía física y humana, sin que falten estudios económicos y etnográficos de calidad . Resulta urgente realizar una adecuada puesta en valor del patrimonio olvidado, en un intento de desentrañar las cualidades que hacen de este el mejor ejemplo de ecosuficiencia. Lugar, historia, sociedad, materialidad, tecnología, espacio, luz, color, textura, forma, simbología, espiritualidad…, son parámetros de estudio a partir de los cuales establecer paralelismos entre la arquitectura vernácula y la contemporaneidad, como fuente inagotable de experiencias . 2 El territorio Se trata de dos depresiones rodeadas de montañas que en el Mioceno superior conformaron una cuenca de orientación NE-SO, inundada por el mar, donde se acumularon sedimentos marinos hace aproximadamente 8 Ma. Posteriormente la cuenca quedó aislada del mar y hace 7 Ma se rellenó con una sucesión continental de 500 m. de espesor que continúa hasta hace 100.000 años. La falla del Negratín hizo que se separaran en dos subcuencas la de Guadix al SO y la de Baza al NE, diferenciándose los sedimentos que se acumulan en cada una de ellas. En la de Guadix preferentemente sedimentos detríticos, conglomerados y arenas, mientras que en la de Baza predominan los sedimentos finos, arcillas, calizas y yesos (de precipitación química) formados en medios lacustres, que aportan coloraciones diferentes, rojizos en la depresión de Guadix y blanquecinos en la de Baza. Cabe destacar las formaciones lacustres (margas, calizas y evaporitas) acumuladas durante el Pleistoceno (2.000.000 y 100.000 años), que albergan yacimientos de interés paleontológico y arqueológico. El espectacular modelado de ambas cuencas se debe en un primer término al carácter endorréico de la misma, que hizo que los depósitos se realizasen en niveles horizontales, hasta que en el Pleistoceno superior, la depresión fue capturada por la red de drenaje del Guadalquivir, iniciándose la salida de sus aguas hacia el Atlántico, que unido a las características litológicas y a las condiciones climáticas reinantes en el lugar, favoreció el desarrollo de este especial sistema morfológico de extensas llanuras (glacis) que constituyen los altos topográficos y relieves de fuerte pendiente muy erosionados, formando los badlands (Negratín, Gorafe y Guadiana Menor) . El paisaje resultante es de una extraordinaria belleza, sometido a unas condiciones climáticas rigurosas, ofrece las condiciones topográficas y materiales para el desarrollo de la arquitectura excavada en la zona de badlands, junto a una arquitectura popular fruto de la herencia cultural griega, íbera, romana y sobre todo la musulmana. A ello ha de sumarse el modelado del paisaje como resultado de la labor antrópica de los usos de la tierra, que se manifiesta en el control de la masa vegetal de la cara norte de Sierra Nevada, las terrazas formadas por bancales y paratas, o el damero que dibujan las divisiones de las tierras de carácter minifundista. Los pueblos en la meseta del Marquesado del Zenete, contemplan el paisaje desde los cerros que se levantan frente a la sierra o desde el punto de contacto del llano con la ladera, mientras que en la zona de badlands buscan el abrigo de estos. 3 Formas de habitar, el norte de la provincia de Granada 3.1 Arquitectura excavada, las cuevas en la historia En el proceso selectivo de adaptación del ser humano al medio natural a lo largo de la historia, el hábitat troglodita representa el mayor ejemplo de armonía y sostenibilidad. La protección de las inclemencias del tiempo o la defensa, condujeron al hombre primitivo a apropiarse de las entrañas de la tierra y hacer de esta su morada. Vivir la experiencia del espacio excavado o la construcción del vacío, como primera expresión arquitectónica, para sentir el misterio de la profundidad, que tiene la luz como riqueza, tamaño, olor, luz, texturas..., que nos devuelven a la madre tierra. Construir es un acto humano, excavar es un acto animal. Razón por la cual, el término troglodita ha tenido tradicionalmente una acepción peyorativa, asociado a segmentos marginales de la sociedad. Sin embargo, en la actualidad, el desequilibrio que el uso abusivo de recursos provoca en la Tierra, devuelve a este espacio esencial la excelencia cualitativa que, en la construcción del vacío, se manifiesta como una nueva forma de pensar la arquitectura. El hábitat troglodita, por su especificidad, presenta dificultades para ser estudiado y comprendido desde los parámetros urbanísticos y la gestión política convencional. Los espacios de transición entre lo individual y lo colectivo, el interior y el exterior, la placeta, la solana o los engalabernos, son lugares que trascienden de las categorías urbanísticas tradicionales (casa-calle-plaza), para dibujar un espacio continuo donde arquitectura y paisaje se integran en un concepto unitario, que garantiza la sostenibilidad del sistema. Las cuevas, forman parte del paisaje natural y los cambios obligan, muchas veces, a protegerlas para evitar que acaben como ojos ciegos de espacios vacíos abiertos a la nada. “Arquitectura de la pobreza que en modo alguno puede justificar la pobreza de la arquitectura” . Las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar, en la provincia de Granada, cuentan con la nómina más alta de arquitectura excavada de la península ibérica. Las condiciones geomorfológicas y climáticas necesarias, se alían en este territorio en el que la arquitectura excavada forma parte esencial del paisaje. Paisajes antropizados desde tiempo inmemorial, que tienen en la Edad Media, bajo la dominación musulmana (entre los siglos X-XV), interesantísimos ejemplos de cuevas-refugio, graneros acantilados y atalayas que solo cuentan con una entrada de difícil acceso y son netamente defensivas. Su valor patrimonial como contenedores de memoria, empieza a reconocerse a partir de los estudios de Maryelle Bertrand, destacando los Covarrones, los Algarbes-Cávila y los Lares en Beas de Guadix. Los Covarrones y la Cueva de la Tía Micaela en Cortes y Graena, el cementerio troglodita de Belerda, o el barrio de Carabanchel en Marchal. El cementerio y la capilla mortuoria en Benamaurel, las Hafas también en Benamaurel… entre otros. Tras la conquista cristiana y sobre todo tras la deportación de los moriscos a tierras de Castilla, muchas de estas cuevas quedaron abandonadas y fueron ocupadas por cristianos viejos que las adaptaron a sus necesidades. En el siglo XIX y principios del siglo XX la arquitectura excavada se ofrece como una forma barata de dar respuesta a las necesidades de vivienda, razón por la cual el trogloditismo sufre un importante auge en la provincia de Granada, con una nómina de más de 14.000 viviendas catalogadas solo en las comarcas de Guadix-Baza-Huescar, pero inevitablemente asociado al concepto de infravivienda. Tras la guerra civil y sobre todo con la emigración del campo a la ciudad, una parte importante de estas quedó abandonada a su suerte, aumentando la situación de marginalidad en barrios enteros. Por fortuna, a finales del siglo XX se reinstalan en algunas de estas cuevas, familias venidas de fuera que encuentran en las entrañas de la tierra olor, intimidad, protección, experimentando la emoción de vivir soterrado en una especie de viaje involutivo, de camino de regreso a la madre tierra. Es el punto de inflexión a partir del cual el hábitat troglodita experimenta una importante valoración, convirtiéndose en un excelente recurso como alojamiento turístico y por tanto como motor de desarrollo local. 3.2 Arquitectura popular La amplitud del vocabulario con que se expresa la arquitectura popular y la inexistencia de una sintaxis gramatical generalizable al extenso ámbito en que se desarrolla (no solo en el medio rural), propicia denominaciones que hacen referencia a lo vernáculo, rural, folclórico, típico, regionalista, preindustrial, costumbrista, tradicional... Estos calificativos, si bien contribuyen a aquilatar la definición del término, también imposibilitan su valoración cualitativa, relegándola a un segundo plano, respecto al resto de la edilicia considerada culta, por utilizar como lenguaje el vocabulario clásico o expresarse conforme a los modelos de vanguardia. El debate que sobre este tema se ha suscitado, se viene centrando en la distinción entre la señalada como “verdadera arquitectura”, la que se exterioriza conforme a un código estilístico y cuya solidez y solvencia constructiva la hacen perdurar y “el resto de construcciones”. Estas otras, mucho más frágiles y pobres, cuya desnudez decorativa, autenticidad y capacidad de regeneración, sin embargo ayudaron a convertirla en uno de los paradigmas del Movimiento Moderno. García Mercadal en su intento de elevar su consideración estética ha creído reconocer en la arquitectura popular los cinco términos que los griegos distinguían en el arte: (Taxis, diathesis, eurhytmia, symetria y oikonomía) “el equilibrado desempeño de la función agrícola o artesana, la elegancia como resultado de la libertad compositiva, la belleza derivada del acierto de las agrupaciones y de la simplicidad constructiva y finalmente la distribución de elementos y formas poco elaboradas” . Carlos Flores ha puesto gran empeño en concretar las características propias de esta arquitectura y concluir en una definición como la siguiente “el arte y la técnica de proyectar, construir y transformar el contorno vital de este grupo social que hemos llamado pueblo, realizándose todo ello por individuos salidos del propio grupo y considerándose que el concepto de Arte había de tomarse más como habilidad que en el sentido académico que suele darse a esta expresión” . La arquitectura popular expresa el sentimiento y la tradición de un pueblo, su forma de vivir, la aceptación sin reservas de las condiciones que impone el medio y las transformaciones que en este se operan de manera humanizada para el aprovechamiento productivo. Es el fruto de la praxis constructiva y no de un ejercicio proyectual, utilizando los materiales más próximos, mimetizando con su entorno y dando respuesta casi siempre de forma admirable a las necesidades del hombre se van transformando en el tiempo y acaban por no tener edad. De la misma forma silenciosa en que nacieron, mueren y desaparecen, dejando un espacio que ocupará silenciosamente otro edificio, creando de ese modo, conjuntos urbanos bellísimos, que sí son arquitectura. La construcción popular debe participar de la valoración que realizamos de la arquitectura culta, al poseer señas de identidad propias que emanan de los principios esenciales de la arquitectura y que por tanto no tienen necesidad de cambiar a lo largo de los siglos, ajena a las contaminaciones que impone la moda, la especulación o la frivolidad. Su íntima relación con el paisaje invita a una idea totalizante en su análisis, ya que no apreciamos edificaciones aisladas, sino conjuntos, que son el resultado de la continuidad temporal y formal que ha regido la formación de estos núcleos urbanos . La arquitectura popular representa la manifestación atemporal y viva que domina el hábitat construido. Nace y se transforma de manera instintiva, adecuándose armónicamente en su emplazamiento y utilizando sus accidentes sin destruirlos. Brota de manera natural con el único objetivo de servir, proteger y se convierte en el marco estructural que permite la expresión de lo individual y la participación de la comunidad en una suma reiterada de soluciones que le otorgan señas de identidad propias y profundas. El resultado es la belleza, sustentada en un equilibrio inestable entre espacio construido, espacio no construido, paisaje y territorio. En la actualidad, el fenómeno de la emigración del campo a la ciudad ha ido dejando vacías viviendas que en muchos casos se abandonan a su suerte y en otros son sustituidas por construcciones que nada tienen que ver con sus vecinas. Hasta que no penetre en el imaginario colectivo de sus habitantes la consciencia identitaria y la necesaria puesta en valor de su patrimonio, difícilmente será eficaz la conservación. Los residentes han de sentirse ciudadanos, desarrollando las relaciones de empatía con el medio que les permita reconocer en esta arquitectura, las señas que singularizan territorio, ciudad y arquitectura. 4. El Moderno y lo vernáculo. El pensamiento ilustrado atribuye a la naturaleza primitiva una importancia casi sagrada, un estado de gracia de cuya pureza incorrupta pretende nutrirse el arte y la arquitectura. La cabaña primitiva se convierte en icono del racionalismo existencialista en el intento de evidenciar el origen de la arquitectura clásica, para así legitimar idéntico ascendente en la arquitectura moderna. El frontispicio del Essai sur l´architecture del abate Marc-ˇAntoine Laugier, muestra la doble y compleja relación de pasado y presente en el que la naturaleza actúa como enlace clave entre esos dos tiempos. La arquitectura vernácula es el referente proteico como parte existencial del territorio, no para imitarla, sino para interpretarla conforme a la estética moderna, incorporando nuevas experiencias y aprendiendo de sus principios. Cada vez con más frecuencia, sobre todo en el tercer mundo, asistimos a procesos participativos en los que la administración pone en manos de las instituciones locales y de los ciudadanos los medios necesarios para un determinado proyecto. La gestión de estos recursos durante todo el proceso implica un nivel de compromiso que facilita el intercambio de conocimiento, el desarrollo de capacidades personales y colectivas, la creación de puestos de trabajo, la afirmación de identidades… en definitiva, el fortalecimiento de la sociedad civil. Arquitectura y arquitecto han tenido la oportunidad de redimirse y renovarse a través de un lenguaje fascinante que de nuevo bebe de las fuentes primeras de la arquitectura: la arquitectura popular. Las leyes formales y materiales que rigen su composición le permiten integrarse en el paisaje sin agredirlo como afirma Jiménez Torrecillas: “.Qué punto de partida tan sugerente es concebir la arquitectura como complemento de la naturaleza y no al revés!. Una valiosa reflexión para replantear nuevos puntos de partida, para entender cómo la obra de arquitectura, salvo singulares excepciones, es subsidiaria del innato poder que todo lugar posee.” 5. Conclusión La antropización del territorio se manifiesta en una sensible cualificación del paisaje, devolviendo a éste su condición de habitable, desde procesos que se pretenden desvelar como factor de desarrollo y que relacionan arquitectura-hábitat-paisaje, en un continuo que vincula espacio y vida. Una arquitectura, en definitiva, donde prima el concepto de espacio habitable sobre la definición de una forma exterior. Su valor patrimonial como contenedores de memoria, puede y debe servir como motor de desarrollo, de ahí la necesidad de conservación. El concepto de paisaje, (territorio, ciudad y arquitectura) unido al estratificado cultural que han ido depositando las generaciones en el tiempo, se convierte en fuente inagotable de estudio. Para la generación contemporánea, la construcción del conocimiento, pasa por hacer de la materia el argumento del proyecto, retornando a la humildad física y táctil de los materiales primeros y orientando la mirada hacia las fuentes esenciales de la construcción. Desentrañar la espiritualidad de la materia elemental, frente a la universalidad del material vernáculo, que se expresa a través del silencio de las formas. Recuperar procesos de autoconstrucción que se mimetizan con el paisaje sin agredirlo, en un camino al conocimiento que purga lo superfluo y nos eleva, descendiendo, a las fuentes esenciales de la ARQUITECTURA.