Los procesos de identidad local en un medio globalizadoElx y otros casos comparados

  1. Cañadas Cuadrado, Andreu
Dirigée par:
  1. Antonio Miguel Nogués Pedregal Directeur/trice

Université de défendre: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante

Fecha de defensa: 26 septembre 2018

Jury:
  1. Antonio Aledo Tur President
  2. Jaka Repic Secrétaire
  3. Celeste Jiménez de Madariaga Rapporteur

Type: Thèses

Teseo: 570756 DIALNET lock_openRUA editor

Résumé

RESUMEN TESIS: LOS PROCESOS DE IDENTIDAD LOCAL EN UN MEDIO GLOBALIZADO: ELX Y OTROS CASOS COMPARADOS Planteamiento y elección de casos de estudio Esta es una investigación socio-antropológica en la que nos planteamos cómo diferentes agentes sociales se identifican con unos elementos u otros respecto a su municipio y cómo estas identificaciones se distribuyen entre los diferentes grupos locales. ¿Cómo las identificaciones crean distinciones y afinidades entre los diferentes grupos sociales que conforman el espacio social local? ¿Cuáles son las herramientas de análisis que nos ayudan a interpretar esa distribución de identificaciones? Para comenzar a discernir cuáles pueden ser los elementos identitarios principales rastreables desde la diversidad de lo local en municipios medianos en un medio globalizado, partimos del vaciamiento bibliográfico y las entrevistas a testimonios cualificados. Para entender la distribución de esos referentes identitarios entre los diferentes grupos sociales que estructuran el espacio social local realizamos encuestas. Una cosa es saber qué elementos locales pueden ser valorados como identitarios y otra, ver qué tipo de gente, qué grupos concretos, valoran unos elementos y otros de esa diversidad. Por ejemplo, en el caso ilicitano, el Misteri d’Elx es uno de los símbolos locales principales, pero ¿hay algún tipo de ciudadanos que mayoritariamente lo sigue viendo como algo de lo más característico en lo local? ¿Esta gente se corresponde a agrupaciones locales ya constituidas? ¿Podemos establecer grupos de afinidades identitarias a partir de criterios estadísticos? Si es así ¿Qué variables influyen más en la distribución de los referentes identitarios? La observación e incluso participación en rituales festivos, iniciativas reivindicativas y otros eventos, nos ayudó a acabar de comprender cuáles son los usos concretos de los significantes esgrimidos como símbolos identitarios en las fases anteriores. Por ejemplo, el hecho de que la Semana Santa ilicitana sea una de las eventualidades locales con mayor nivel de participación, nos podría hacer pensar en un nivel de religiosidad elevado e incluso en aumento entre la población local. No obstante, la observación de la prevalencia de contextos más seculares de sociabilización dentro de esas fiestas (bares, plazas…) a la vez que la fuerte impronta de lo carnavalesco que impregna la ritualidad festiva local en la adopción de los rituales pasionales en Elx y el escaso seguimiento de la ritualidad religiosa cotidiana en las diferentes parroquias, nos hacen matizar desde la observación algo que los datos estadísticos parecerían corroborar. El análisis comparativo posterior nos ha servido para precisar mejor la singularidad o generalidad de procesos de identificación de nuestro caso de estudio principal –Elx– y a vislumbrar aplicaciones prácticas de ese conocimiento. Esto es algo que explicaremos con mayor detenimiento a continuación. Por lo que respecta a la elección de los casos de estudio, necesitábamos un caso lo suficientemente diversificado como para dar lugar a diferentes luchas, para poder entender la distribución de referentes identitarios en un contexto local. Sin embargo, tampoco podía ser demasiado grande como para imposibilitar una investigación que tenía que realizarse entre tres y cuatro años por una única persona y con sus propios recursos económicos. Esto último, conllevaba que el caso de estudio principal debía ser cercano al domicilio del investigador. En este caso, después de buscar por el territorio, nos dimos cuenta que Elx, reunía estas condiciones y ya desde el principio presentaba un panorama diversificado que podemos resumir en los siguientes puntos: 1- Elx se encuentra en una situación de frontera lingüística y administrativa, lo que lo ha convertido un contexto rico en intercambios culturales e identitarios. 2- La economía local ilicitana se ha ido impulsando en diferentes sectores: agricultura, industria, construcción, turismo, hostelería. 3- Este crecimiento económico, ha conllevado la llegada de importantes grupos migratorios y desde diferentes partes del globo. 4- El municipio ilicitano, a pesar de todas las destrucciones patrimoniales que comentaremos a su debido tiempo, ha reinterpretado una serie de elementos rituales y paisajísticos singulares. Elegimos Teramo como segundo caso de estudio, enmarcando nuestra estancia en la Università delgi Studi di Teramo, con el profesor Emilio Cocco como director. Acabamos eligiendo Teramo, porque ya desde una primera investigación presentaba un equilibrio entre similitudes y diferencias con el caso ilicitano que nuestra estancia iría corroborando: por un lado, las diferencias principales yacían en la 1- menor dimensión del municipio, con una cuarta parte de los habitantes de Elx y también en su 2- medio geográfico. Una menor dimensión y un cierto aislamiento geográfico que implicaría, a su vez, un 3- menor intercambio migratorio // Por el lado de las similitudes, 1- la economía teramana había tenido una “época dorada” industrial como Elx y con el mismo tipo de industria extensa y sobre las mismas fechas. Además, 2- en ambos contextos la crisis de la industria local había supuesto un colapso social e identitario que ha conllevado un choque generacional en la valoración del municipio y el planteamiento de nuevas formas de desarrollo local en en estos municipios medianos. El enfoque comparativo no lo hemos realizado sólo con el caso de estudio teramano. Los condicionamientos económicos y temporales de esta investigación no han posibilitado realizar otras estancias académicas. No obstante, siempre que hemos creído que un proceso concreto de lo local ilicitano remitía a otros contextos o hacía necesitar de otros casos en que se hubiera tratado para poder comprenderlo mejor, hemos accedido a esa comparación, ya sea por estudio bibliográfico, ya sea por observación de rituales cercanos relacionados. En este sentido, podríamos decir que nuestra investigación se acerca a los planteamientos de la etnografía multisituada, en este caso, en referencia al subtipo que Marcus llamaba «the strategically situated (single-Site) ethnography» (Marcus, 1995, p.110). Steward (Palerm, 1987) ya habló, refiriéndose a esta última apreciación, de diferentes «niveles de integración» que se pueden relacionar desde un caso de estudio particular. Algunas referencias teóricas Si algo hemos destilado teóricamente tras la realización de esta tesis, es el concebir el proceso identitario como una síntesis apropiativa entre la amplitud de elementos de lo cultural. Imaginemos que pudiéramos cerrar el conjunto de referencias culturales localizables en un espacio social determinado y nos diera, por ejemplo, el siguiente conjunto {A, B, C, D}. Un habitante o grupo de habitantes en interacción con esos referentes culturales cerrados por nosotros de forma propedéutica en un conjunto totalizante, acabarán eligiendo como identitarios un número de elementos menor a la totalidad. Eso es así, entre otros factores, porque ese conjunto de información cultural es de unas proporciones inconmensurables, continuamente mutable e inasumible en un proceso cognitivo humano sintético que filtra información constantemente (Diéguez, 1998). Por tanto, en el decir “yo soy A y C” del conjunto {A, B, C, D}, un sujeto realiza una síntesis de elementos culturales a partir de la fórmula apropiativa ‘ser’ que relaciona el sujeto con una otredad representada. El poder decir “yo soy A o B” o “nosotros somos A o B”, nos aportar el sentirnos únicos, distinguidos del caos aparentemente indiferente que lo absorbe todo y ello genera la sensación de libertad (Bauman, 2011). Aunque ese A o B sean categorías sociales (carpintero, músico, fumador de puros, anarquista, unionista…), el sentido que tendrán para nosotros será único pues nos remitirán a experiencias concretas que nadie más ha vivido de la misma forma que nosotros. Además, habrán referencias identitarias mucho más singulares. Por ejemplo, yo soy de los Coves de la pedanía de Puçol, soy uno de los productores de vino Treviano de cepas viejas de Abruzzo, soy Patrono del Misteri d’Elx... Lo identitario, en un doble juego funcional, cumple también una función de reconocimiento. El reconocimiento de todos los individuos como parte de una unidad grupal definida, aporta seguridad (Bauman, 2011). Una necesidad de seguridad que Giddens (1994), piensa que viene llamada a jugar el papel de mitigar la ansiedad en una sociedad con información en aumento sobre todo tipo de peligrosidades posibles. Así, Gómez García (2000), apuntaría lo identitario como una de las últimas fuentes de sentido vital de los sujetos en un panorama de secularización e incertidumbre en que muchos de los resortes grupales anteriores (Patria, Familia, Religión, Capital…), cada vez son más inciertos o disgregados. La función de reconocimiento es de primer orden en el juego funcional identitario pues sin ella no hay voz del sujeto, no hay posibilidad comunicativa, no hay relación social (Cruz, 2003). Tratando sobre construcción identitaria en un medio globalizado, Giddens (1984/2003) hablaba del aumento creciente de momentos de elección, un aumento de reflexividad, de los momentos de ese registro constante y sintético entre todas las posibilidades que se nos presentan. Más concretamente, trata el paso de una «modernidad simple» a una «modernidad reflexiva» en esa constate revolución hacia delante que, en general, supone la Modernidad entendida por Giddens como un juggernaut desbocado (Giddens, 1994). En un medio globalizado, la diversidad de referentes a los que se puede acceder desde cualquier localidad con conexión virtual, es casi ilimitado y no cesa de mutar. Por ejemplo, en nuestros casos de estudio veremos, por ejemplo, cómo influyen rituales como Halloween o el Black Friday, cómo se expanden estéticas vintage, nuevos géneros mainstream a partir de músicas iberoamericánas, nuevos comercios regentados por migrados con productos originarios de partes del mundo que antes ni se sabía que existían… En esta tesis analizaremos el modelo de desarrollo local hegemónico en Elx y la zona, a partir del concepto ‘Desarrollismo’. El modelo de Desarrollo hegemónico en un contexto local es un factor principal en el proceso de construcción identitaria local. Esto es así, según ampliaremos en las conclusiones, en tanto que un modelo de desarrollo cambia los ritmos de la cotidianeidad de sus habitantes, a la vez que transforma el paisaje cultural, la configuración de las ciudades y la jerarquía de los símbolos identitarios preeminentes. Cuando decimos ‘Desarrollismo’, lo hacemos para referirnos a una tendencia productivista a casi cualquier precio que políticamente se consolidó en el contexto español desde el giro tecnócrata del franquismo (Cañellas, 2006; De Miguel, 1998). En Elx, tiene su arranque principal en el auge de la industria del calzado por esas fechas de mitad del siglo XX. Siguiendo a Wallerstein (2006), mantenemos el término ‘Desarrollismo’ porque ello nos dará mayor consciencia de la amplitud y arraigo de este economicismo, sin tener que recurrir a otros términos más a la moda que podrían hacer ver que estamos ante procesos nuevos e incluso aún imprevisibles. El planteamiento Desarrollista supone la fijación en un tipo de racionalidad «formal» (Weber, 1922/2014), en la que el cálculo maximizador es el paradigma de construcción de valor, entendido como valor crematístico. Max Weber (1922/2014) Se trata de una racionalidad cuyo fundamento es el cálculo matemático que económicamente se centra la rentabilización de los medios para acrecentar fines monetarios. No obstante, Weber (1922/2012) veía que esta «racionalidad formal» no se podía poner en práctica sin su pareja dicotómica, la «racionalidad material», que era el complemento necesario a la anterior. Si la primera la definía como «acción racional con arreglo a fines», ésta la precisaba como «acción racional con arreglo a valores», entendiendo por valores un conjunto de juicios éticos, políticos y estéticos que debían regular la racionalidad de la maximización capitalista de beneficios. Enlazando con la referencia weberiana más centrada en el ámbito económico y político, retomamos a Habermas (1968/1986) que reformuló la distinción weberiana hablando ahora de la relación entre «acción racional» y «acción comunicativa». La primera, nos remite nuevamente a los procesos con arreglo a fines, al mundo del trabajo y a la aplicación de la técnica: el mundo de lo instrumental. La «acción comunicativa» amplia el foco de la racionalidad material weberiana, remitiéndose al extenso campo las esferas de la «interacción simbólica», al mundo del diálogo, de los acuerdos y de las obligaciones sociales que suponen. Habermas advertía que la racionalización capitalista estaba conllevando un aumento de los «subsistemas de acción racional», en detrimento de las discusiones sobre los criterios, del marco socio-cultural que debe limitar y dar sentido a la producción económica y a la creación técnica. Por lo tocante al proceso de construcción identitaria imbricado en la reivindicación de formas de desarrollo alternativo a ese Desarrollismo en Elx y la zona, utilizaremos el modelo de análisis propuesto por Manuel Castells en su libro El poder de la identidad (1998). Castells estudió, a partir de la comparación de diversos casos prácticos, el proceso de (re-)creación comunitaria que surge de la oposición a una identidad hegemónica excluyente. En ese panorama de incertidumbre global y sentido identitario como solución, Manuel Castells crea un esquema tripartito de las identidades. Por un lado, llamaría «identidades legitimadoras» a aquellas que tratan de perpetuar la hegemonía de los grupos que ejercen poder. En su contra, se posicionaría lo que denomina «identidades de resistencia» y que parten de aquellos grupos excluidos que comienzan a constituirse comunitariamente a partir de la denuncia. De ese “No” con que se oponen a la desaparición a la que se les ve convidados desde arriba, comienzan a crear discurso, a reconocerse y distinguirse, a (re-)crear identidad. Todo ello puede desencadenar en lo que Castells enuncia como «identidades proyecto», que suponen el paso que a veces se da desde el “No” de la denuncia que manejan las «identidades de resistencia», hacia un “Sí”, la propuesta positiva de un vivir (re-)identificado. El planteamiento relacional entre identidad y desarrollo local alternativo que más tomamos, entre la ingente bibliografía, fue el que pudimos conocer bibliográficamente e in situ en el lugar donde realizamos nuestra estancia de investigación: Teramo y el Abruzzo italiano. En este segundo caso de estudio, pudimos conocer cómo la escuela académica de la Sociologia dello Sviluppo, ha teorizado, acompañado y enriquecido, unos proyectos de desarrollo local alternativo de largo recorrido, junto con pequeños y medianos productores y administraciones públicas locales y supra-locales. El planteamiento teórico que sintetiza esas experiencias es el siguiente (Bortoletto, 2003; Bortoletto y Federici, 2008; Federici, Rosita y Moroni, 2011; Minardi, Maretti, Gianluca y Salvatore, 2008, Salvatore y Minardi, 2007): un plan de desarrollo local en un municipio periférico que no pueda pagarse un macro-proyecto constructivo que atraiga la atención, tiene una forma propia de aportar un producto distintivo con el que ser competitivo en una economía globalizada: partir del legado tradicional. Es el retomar, mejorar y diversificar esa herencia de siglos que ha moldeado de forma única un territorio, aquello que puede hacer visible un lugar que a priori queda fuera de las grandes cadenas de comercio y distribución. Para que esos planes de desarrollo alternativos tengan durabilidad y sean legítimos ante la ciudadanía, se deben insertar en proyectos participativos y con un criterio insoslayable de sostenibilidad ambiental que ayude a esa continuidad. Así, el punto de partida de la diversificación económica del territorio a partir del legado tradicional, debe ser el reconocimiento identitario que acompañe al proceso participativo. En estos procesos de desarrollo «endógeno», la capacidad distributiva y de confianza que aporta el capital social de una comunidad local, es un cinturón de seguridad. Más allá de la descripción del panorama resultante a partir de las variables estadísticas, necesitábamos un enfoque más dinámico, comprehensivo y procesual que nos ayudara a analizar esas luchas identitarias que estábamos precisando. La teoría bourdesiana de un espacio social estructurado en clases y precisado en campos en los que se disputan las luchas sociales, nos parecía más adecuada en nuestro caso. Entendemos el espacio social, con Bourdieu, como una virtualidad analítica estructurada en diferentes posiciones en las que se sitúan agentes sociales. En este espacio cuyas diferencias se suelen organizar en forma de desigualdades sociales, es donde se desarrollan las luchas por preservar unos privilegios o por cambiar las reglas del juego. Siguiendo al autor y según las referencias antes citadas, ‘capital’ es todo recurso crítico cuya posesión y ejercicio crea una ventaja competitiva en las luchas que se desarrollan en el espacio social. Los tipos principales de capital son: económico (activos corrientes, financieros…); social (contactos y capacidad de influencia de los mismos), cultural (formación) y simbólico. Todo tipo de capital, a medida que gana centralidad en una lucha concreta, puede transformarse en capital simbólico (similar a la legitimidad weberiana, pero desde un enfoque más multidimensional). Entendemos el campo social, con Bourdieu y siguiendo las fuentes citadas, como una forma de subdivisión de la arena de lucha que es el espacio social. Entendemos los campos, por tanto, como los contextos concretos, estratificados y sectoriales, en los que se efectúan las luchas entre las diferentes posiciones del espacio social. En un campo, los diversos grupos y agentes pugnan por la (re-)definición de las estructuras del campo, de las normas de entrada y del tipo de actores y discursos legítimos en él. En definitiva, por ver qué tipos de capitales son cruciales en ese campo y cómo estos recursos pueden devenir en capital simbólico, en autoridad legítima que permita actuar sobre otros. Nuestra propuesta ha sido establecer un “campo del desarrollo” (local) en el que se han ido desarrollando diferentes luchas por proponer modelos de desarrollo alternativo. En términos generales, veremos cómo un campo que quedaba restringido a los gestores políticos locales y, en segundo plano, a los principales sectores empresariales, se ve interpelado por nuevos agentes sociales. Nuevos actores que reclaman el cambio del discurso hegemónico sobre desarrollo local y un cambio de reglas en el campo, al hablar de participación, patrimonio o sostenibilidad. Una acción que, como veremos, combina nuevos actores con un elevado capital cultural y un capital social extenso armado en los movimientos asociativos, a la vez que un uso actualizado de las formas de protesta y de las redes sociales. Conclusiones Nuestras líneas conclusivas principales a partir de todo lo dicho, versaran sobre los siguientes aspectos: - Una brecha generacional y de origen en cuanto a la valoración y uso de diferentes elementos identitarios, planteable ya a nivel estadístico. Así veremos, por ejemplo, cómo los jóvenes o los locales que han llegado desde más lejos, se identifican menos con elementos que parten de lo tradicional oral y sienten más propios referentes globalizados. También, desde un análisis más cualitativo, veremos cómo el capital cultural influye en esta distribución de referentes, siendo recurrente la elevada valoración de algunos elementos patrimoniales por parte de académicos especializados en el estudio local y que no son tenidos en cuenta en el mismo grado por segmentos de población mayoritarios. A su vez, veremos cómo estos últimos se identifican con eventualidades festivas o deportivas que se adaptan a formatos más llamativos. - Un proceso de «destradicionalización» (Giddens, 1994) relativa que se centra en aquello rural y tradicional, vinculado normalmente a variantes lingüísticas minorizadas. Sin embargo, algunos rituales festivos tradicionales se institucionalizan y se siguen desarrollando, aunque no sin unos cambios cada vez más ligados a procesos de espectacularización (Debord, 1967/2003; Lipovetsky y Serroy, 2015) que pueden desnaturalizar su experiencialidad tradicional. No obstante, otros elementos tradicionales incluso pueden llegar a recuperarse a partir de la creación de nuevas festividades populares (Boissevain, 1999), bien ligadas a lo rural, bien a barrios urbanos que comienzan a reivindicarse en su conjunto como polos diferenciadores dentro del conjunto urbano. - La potencialidad de transformación identitaria de un modelo de Desarrollo hegemónico, ejemplificándolo con las consecuencias sociales y ambientales del modelo Desarrollista. Este modelo ha transformado el paisaje cultural a partir de la urbanificación y masificación que ha acabado con el parte del entorno natural y del patrimonio arquitectónico urbano y ha transformado las vivencias más cotidianas de los habitantes locales a partir de un proceso recurrente de precarización y exclusión social. La movilización social como forma de crear «identidades proyecto» (Castells, 1998), con las que plantear modelos de desarrollo alternativo que acaban incidiendo y trastocando las reglas de lo que hemos llamado “campo del desarrollo” local. Así, diferentes agentes sociales se van agrupando, en base a la defensa de un elemento local (lo rural, un monumento concreto, la costa, los espacios naturales interurbanos...) que va a ser destruido por los planes de Desarrollo hegemónicos. Esas agrupaciones reivindicativas, pasan de la denuncia a la propuesta de modelos de desarrollo alternativos basadas en la sostenibilidad ambiental, la participación ciudadana y el respeto del legado histórico y tradicional. Unas reivindicaciones que veremos en diferentes iniciativas locales ilicitanas (Cañadas, 2012; 2016) y que pudimos conocer en diferentes proyectos consolidados de desarrollo «endógeno» en Teramo y el Abruzzo italiano (Bortoletto, 2003; Bortoletto y Federici, 2008; Federici, Rosita y Moroni, 2011; Minardi, Maretti, Gianluca y Salvatore, 2008, Salvatore y Minardi, 2007). - Diferentes niveles de interrelación entre los habitantes locales de llegada más reciente y aquellos más antiguos. Así, realizamos una distinción general entre procesos de «interculturalidad» (Bauman, 2011; Delgado, 2013; Giménez, 2005b) e incluso hibridación entre los migrados de otros territorios españoles que llegaron mayoritariamente en el siglo pasado y una consolidación «multiculturalista» con los recién llegados de territorios más alejados. Una tendencia que, argumentaremos, se disgrega entre los más jóvenes con la creación de nuevos contextos interculturales, como el compartir en las plazas, parques y rincones urbanos y en grupos cada vez más mestizos, músicas de géneros híbridos globalizados que mezclan estilos de diferentes procedencias.