La separación de caminos entre judíos y cristianosuna perspectiva geográfico-literaria

  1. Lillo Botella, Carlos
Dirigida por:
  1. Juan Carlos Olivares Pedreño Director

Universidad de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante

Fecha de defensa: 26 de julio de 2017

Tribunal:
  1. Juan Manuel Abascal Palazón Presidente
  2. Raúl González Salinero Secretario/a
  3. Sabine Panzram Vocal
Departamento:
  1. PREHISTORIA, ARQUEOLOGIA, HISTORIA ANTIGUA, FILOLOGIA GRIEGA, Y FILOLOGIA LATINA

Tipo: Tesis

Teseo: 483698 DIALNET lock_openRUA editor

Resumen

Desde que J. Parkes la acuñó en 1934, la expresión “Separación de caminos” ha tenido un notorio arraigo en la historiografía a la hora de estudiar el alejamiento entre judíos y cristianos a lo largo de la Antigüedad. En efecto, surgidos de un mismo tronco común, que es el judaísmo de época del Segundo Templo, el cristianismo y el judaísmo rabínico acabaron configurándose como dos ortodoxias antagónicas que se excluyeron mutuamente y que, en buena medida, basaron su propia identidad en oposición al otro, en un proceso que arranca con la destrucción del propio Templo de Jerusalén en el año 70. En la presente tesis doctoral se analiza cómo se produjo esa separación de caminos a lo largo de los tres primeros siglos de la era común en las distintas realidades regionales del Imperio romano, tomando como fuente principal la literatura de los Padres de la Iglesia, aunque también de otro tipo, como por ejemplo la propia literatura rabínica, el llamado “ciclo del Talmud”. Así, a pesar de sus antagonismos, judaísmo y cristianismo configuran un amplio espectro en donde, en un extremo, se sitúa el judaísmo rabínico, para el cual la figura de Jesús nada representaba y, en el otro, las distintas manifestaciones del cristianismo gnóstico, que rechazaban de plano la identificación entre el Yahvé judío y el Dios Padre anunciado por Jesucristo, repudiando con ello toda la herencia judía del cristianismo. Entre estos dos extremos se acabó definiendo el llamado cristianismo ortodoxo, sobre la base del pensamiento anti-legalista del Apóstol Pablo y que se vio obligado a hacer compatible el mantenimiento de las Escrituras hebreas como parte de la historia de la salvación junto con la idea de que la Ley mosaica había quedado superada con la venida del Mesías. Este cristianismo proto-ortodoxo encontró en el método alegórico aplicado a la interpretación del Antiguo Testamento la legitimación de su doctrina y de sus aspiraciones universalistas y uniformadoras. Por su parte, los rabinos, con el patriarca a la cabeza, contaron con el decidido apoyo de las autoridades romanas en su propósito de erigirse en líderes de la comunidad judía, descabezada tras la desaparición del Templo. Este judaísmo encontró su forma de expresión en la llamada literatura talmúdica, donde los rabinos sistematizaron una ortodoxia que excluía del seno de Israel a todos aquellos que no compartiesen sus doctrinas, tal como puede verse, por ejemplo, en la Birkat ha minim, imprecación que, incluida en la liturgia del culto sinagogal, era lanzada contra los seguidores de Jesús de Nazaret.