Traigo el deseo a flor de piel. Espacio, corporalidad y experiencia erótica en un grupo de personas mayores de sectores medios en tuxtla gutiérrez, chiapas

  1. BELLATO GIL, LILLIANA
Dirigida por:
  1. José Luis Escalona Victoria Director/a
  2. María Dolores Vargas Llovera Directora

Universidad de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante

Fecha de defensa: 26 de octubre de 2015

Tribunal:
  1. María Dolores Vargas Llovera Presidenta
  2. Patricia Ponce Secretario/a
  3. Magdalena Estrella Zúñiga Zenteno Vocal
  4. José Luis Escalona Victoria Vocal
  5. Teresa Ramos Maza Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 395339 DIALNET lock_openRUA editor

Resumen

Es una investigación que se llevó a cabo en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. México. El erotismo en las personas mayores ha sido negado desde diferentes frentes: Por un lado, el discurso médico, el discurso cristiano, que coloca a la reproducción como eje de la existencia humana, el discurso edadista entendido como aquel discurso de poder socialmente construido en relación a la edad, que expropia la posibilidad de sentir deseo y el placer sexual en las personas mayores, basado en aspectos tales como la estética y supuestas "faltas a la moral", con las que se enjuicia a los mayores en función de la juventud, o en el que "la impertinencia estética", según estos parámetros, se convierte en la categoría más evidente de descalificación, que se intensifica sobre todo contra las mujeres, expresándose comúnmente de manera encubierta, a través de la promoción de productos cosméticos "anti-edad" y de las imágenes de mujeres jóvenes que se promueven en los medios masivos de comunicación. Otro elemento discursivo es el de "la Discapacidad sexual" dentro de la lógica en la que se asocia a la vejez como enfermedad y, de nueva cuenta, dentro de parámetros del desempeño de la juventud, que afectan de manera diferencial a mujeres y a hombres. No obstante, a contrapelo de estos discursos con un trasfondo edadista que intentan naturalizar estas relaciones de poder, las personas mayores expresan su erotismo a través de experiencias eróticas de diversa índole según los espacios en los que interactúan, estableciéndose dinámicas y estrategias diversas, en ocasiones de menor o mayor libertad e igualdad entre los géneros. Parto de entender al erotismo como formas de satisfacción del deseo con cierta carga sexual en determinadas condiciones espacio-temporales, a partir de marcos de comportamiento mediado por las ideas que existen al respecto de la edad y el género. Se presenta en una diversidad de prácticas que surgen del deseo como motor de construcción de fantasías, sentimientos, interacciones y actividades, que tienen como finalidad el placer a través de los sentidos, que no necesariamente implica la consumación del deseo en el acto del intercurso sexual. Incluye el disfrute, el juego, la seducción, el contacto corporal, la afectividad, las imágenes y los pensamientos. La transgresión está presente en todo momento como un elemento fundamental, puesto que a partir de su presencia pueden cuestionar las normatividades que se imponen a hombres y a mujeres que aparecen naturalizadas. Permite escenificar como dice Iacub "el cortejo entre un deseante y un deseado a través de reglas más o menos fijas" (Iacub, 2004). Por ello más que hablar de erotismo, en singular, se puede hablar de experiencias eróticas mediadas por la edad y el género en diversos espacios que implican una economía del deseo diferenciada. En algunos momentos los entrecruces entre erotismo y sexualidad no son claros, debido a la manera en que las personas mayores asumen el deseo que, en muchas ocasiones, puede observarse sexualizado, sobre todo en determinados espacios. Las expresiones de las experiencias eróticas varían, dependiendo de lo que se espera socialmente sean los comportamientos de las personas en cada la fase del curso de vida, en la cual podemos encontrar transformaciones, adaptaciones y transgresiones relativas en la construcción de la experiencia, que para el caso que nos ocupa, de personas de 55 años en adelante, estos cambios se enfrentan a un discurso edadista. A lo largo del texto, se estudian las experiencias eróticas en su condición discursiva, de tal suerte que el análisis no sólo se basa en los relatos de vida y entrevistas, es decir en la palabra, sino también a través de los objetos (fotografías, música, cartas, vestidos, adornos, etc.) y los espacios, para acercarme a los significados de la experiencia erótica y su importancia para el grupo con el que trabajé. Para la sociedad ha sido fundamental su ordenamiento a partir del género y la edad, esto ha supuesto una jerarquización en la que los límites entre una etapa y otra son totalmente arbitrarios y en donde subyacen relaciones de poder que aparecen naturalizadas. En esta investigación al hablar de personas mayores me refiero a personas de 55 años y más. Centré mi atención en este grupo debido a su incremento inusitado, (la pirámide poblacional se ha invertido), a que no encuentran espacios de interacción y a que los referentes de los modelos de "ser viejo" o de "vejez" en generaciones anteriores, han quedado caducos, incluso para personas que la sociedad señala como viejas, porque no responden a sus necesidades ni a la manera en que ellos/as se representan, esta condición los coloca como una población en transición. Es importante resaltar que para los fines de la investigación la edad fue una característica operativa para la selección de las personas. La edad, al igual que el género, es una cuestión relacional que tiene que ver con la manera en que las personas mayores modelan corporalmente, a través de actos performativos, sus formas de estar en el mundo, incorporando, adaptando y cuestionando las estructuras sociales. El género se corporifica en cuerpos concretos que se modelan socialmente, y por tanto, la experiencia erótica pasa necesariamente por esta construcción que se concretiza en prácticas sociales e individuales. Encuentra uno de sus anclajes en el amor romántico, entendido como un modelo emocional hegemónico, que implica no solo privilegiar una forma de deseo frente a otras posibles, sino una forma de entender las relaciones entre lo masculino y femenino de manera dicotómica y complementaria (Mari Luz Esteban, 2012). De esta forma se muestran las experiencias eróticas de un grupo heterogéneo de hombres y mujeres mayores de 55 años y más, que viven en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; así como de los espacios habilitados para su expresión en los que se configuran distintos tipos de relaciones, que nos permiten reconocer la importancia y los significados que las mujeres y hombres le otorgan a estas experiencias desde una perspectiva de género, que se articula a un sistema más amplio de placeres y displaceres en un contexto edadista, que tiende a limitar y condicionar las posibilidades y los espacios para la experiencia erótica. Para ello es importante conocer la forma en que el espacio favorece la construcción de significados compartidos sobre la experiencia erótica y las normas que regulan la interacción entre las personas. No obstante dichas condicionantes las personas se expresan eróticamente, e incluso es posible reconocer el sentido erótico que hombres y mujeres les otorgan a los objetos que coleccionan, convirtiéndolos en fetiches. El análisis pasa por las diferentes formas en que el cuerpo es vivido en esta etapa de vida y la manera en que hombres y mujeres logran -o no- transgredir los mandatos sociales de género y edad que han sido incorporados en el cuerpo. De esta forma las preguntas de investigación fueron: ¿Cuáles son los significados y cómo vivencian las experiencias eróticas mujeres y hombres mayores de Tuxtla Gutiérrez desde una perspectiva de género y edad?; ¿De qué manera los espacios favorecen la construcción de significados compartidos sobre la experiencia erótica y normas que regulan la interacción entre las personas?, ¿De qué manera hombres y mujeres mayores vivencian sus cuerpos y cómo favorecen la experiencia erótica?, ¿cómo se materializa la experiencia erótica en diferentes objetos personales y cuál es el significado que se les otorga, su vínculo y la relación con los objetos a partir de su fetichización? El trabajo está organizado en seis capítulos. En el capítulo 1 abordo el erotismo y sexualidad en las personas mayores a partir de la revisión de la literatura que desde las ciencias sociales se ha producido, y que me parece se pueden identificar a partir de tres perspectivas: 1) de edad y género; 2) del erotismo y la sexualidad y 3) Formas cotidianas de procesar socialmente el erotismo más allá de o a pesar de los discursos hegemónicos. Una forma de negar el erotismo en las personas mayores es el silencio y la omisión que se refleja en la escasez de las contribuciones científicas en ciencias sociales que ayudan a su comprensión. El erotismo en las personas mayores como tema de investigación desde la Antropología y la Sociología ha sido abordado con mucha reticencia. Esta reticencia tiene su origen en la dicotomía razón/emoción, cuerpo/mente, no obstante esta larga historia de dicotomía, que comienza con los griegos y se refuerza para perdurar con la filosofía cartesiana, insiste en hacerse presente en los discursos médicos, religiosos, de género y en el lenguaje de la vida cotidiana. Además, esa literatura aborda más los discursos que regulan el erotismo, las instituciones y los órdenes de los espacios según lógicas edadistas, y escasamente se abordan las formas en que en la cotidianidad las personas mayores negocian su erotismo. El capítulo 2 aborda el planteamiento teórico y metodológico de la investigación, que se basa en un abordaje metodológico relacional como lo plantea Bourdieu, articula las estructuras y el comportamiento individual e involucra en igualdad de condiciones a hombres y mujeres. Esta propuesta permite entender conceptualmente al erotismo como transgresión, sed de otredad, amor sensual y cortejo entre un deseante y un deseado, que puede ser observado a través de las experiencias eróticas. Se plantea la articulación entre espacios, cuerpo y objetos convertidos en fetiches, lo que me permite evidenciar que no hay comportamientos unívocos ni en todas las situaciones ni en todos los tiempos, inclusive puede actuarse de manera contradictoria, ambigua y diferencial, mostrando las corporalidades construidas que dan cuenta de estas distinciones en plural, de la producción de lo femenino y lo masculino, así como de la edad. Algunos espacios son construidos como las heterotopías que Foucault describe como vías de transgresión social y al mismo tiempo de ratificación de las normas sociales. La relación con los objetos hace posible explorar toda una serie de símbolos y significados depositados en ellos y que por tanto cobran un poder en la cotidianidad de los sujetos debido a que son productores de realidad. Con ello tienen la posibilidad de otorgar un mayor sentido a sus vidas y la recreación constante del deseo y del placer. En el capítulo 3 se presenta el contexto de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde se llevó a cabo la investigación, haciendo un breve recorrido histórico de su transformación para posteriormente describir desde la experiencia de personas de sectores medios el significado que tiene para ellos/as vivir en esta ciudad, se desarrolla el perfil sociodemográfico de personas de 55 y más años y se describen sus espacios de socialización. Se muestran espacios diferenciados la Zona Galáctica (zona de tolerancia de Tuxtla Gutiérrez) y el parque de la Marimba (espacio fundamental de socialización de personas mayores ubicado en el centro de la ciudad), debido a que son espacios en los que se produce el erotismo de manera muy distinta, además de la descripción de algunas de las casas de los participantes de la investigación, mostrando la composición de las unidades domésticas, así como las economías y arquitecturas de la intimidad. En el capítulo 4 analizo los espacios como constructores de experiencias eróticas, comparando las experiencias entre espacios muy distintos entre sí como son el Parque de la Marimba, que es un espacio apropiado desde los años noventa por personas mayores, la Zona Galáctica convertidos en Heterotopías y la casa, en los que hombres y mujeres construyen diferentes sentidos de lo erótico. Estos espacios podemos comprenderlos en dos sentidos: como escenarios, en el sentido de Goffman, en donde hay una repetición estilizada de actos que pautan expectativas de comportamiento para hombres y mujeres según la edad, pero también me permite ir más allá para verlos como producto de relaciones de poder, ya que son el resultado conjunto de la acción y del discurso de los diferentes sectores sociales. El análisis de las experiencias eróticas en los diferentes espacios se lleva a cabo atendiendo el hecho de que el espacio es social y físico y resulta de las interacciones entre personas y objetos que tienen una historia pero que también pueden seguir ciertos cursos imprevistos. El carácter erótico depende de cómo se den las relaciones entre personas y objetos y su resultado es el espacio. En el capítulo 5 se observa al cuerpo como espacio que, en el caso de las personas mayores, es observado y modelado con dispositivos específicos de poder y de producción de un determinado tipo de sujetos, procesos estructurales, discursos e instituciones, que para el caso que nos ocupa, han entablado históricamente la hegemonía por los cuerpos de las personas mayores, en su afán de invisibilización y deserotización desde diferentes frentes. No obstante, vemos que dentro de límites enmarcados estructuralmente, algunos/as de los sujetos crean condiciones de transformación y de transgresión a las normas socialmente impuestas. Más que hablar de un cuerpo en singular profundizo en la experiencia erótica en personas mayores a partir del análisis de tres corporalidades distintas y simultáneas, que me permiten destacar la multiplicidad de experiencias y discursos corporales de estos hombres y mujeres: cuerpo espejo del tiempo, una segunda es el cuerpo escenario y la tercera es el cuerpo transgresión. No obstante estas tres corporalidades tienen vasos comunicantes que resaltan en determinadas circunstancias y espacios sociales. En el capítulo 6 abordo la experiencia erótica a través de la simbolización y significados atribuidos a los objetos a través de la presentación de una Museografía con las diferentes salas que la conforman: la sala de los objetos, de la pintura y fotografía, la de la música, la de las letras y la de los colores. Se trata de un acercamiento a la estructura del espacio social, en este caso la casa ¿espacio de la museografía-, en donde las personas se encuentran situadas en un lugar determinado, al igual que las cosas. Abordar los objetos y las relaciones que las personas establecen con ellos nos permiten observar la cristalización de lo que sucede en el ámbito social y simbólico. Por el significado atribuido a los objetos, éstos dejan de ser lo que son para convertirse en fetiches, de tal suerte que en los objetos vemos materializadas relaciones, significados sociales, una simbolización y poderes específicos. Por último se presentan las consideraciones finales que podríamos resumir en los siguientes términos: Se presenta una multiplicidad de maneras de vivenciar la experiencia erótica en hombres y mujeres en relación a la edad, género y condición social, partiendo de la idea de que la acción produce el espacio, de tal suerte que las personas manipulan, aceptan y transgreden de muy diversas formas los mandatos sociales respecto a un comportamiento socialmente esperado, al grado de producir espacios transgresivos. Para ello se emplean máscaras, distintas corporalidades y la fetichización de los objetos.