El árbol talado que retoñala construcción de Miguel Hernández como escritor "popular"

  1. Riva, Sabrina
Dirigida por:
  1. Carmen Alemany Bay Directora

Universidad de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante

Fecha de defensa: 17 de marzo de 2016

Tribunal:
  1. José Carlos Rovira Soler Presidente
  2. Francisco Javier Díez de Revenga Torres Secretario/a
  3. Patrizia Spinato Bruschi Vocal
Departamento:
  1. FILOLOGIA ESPAÑOLA, LINGUISTICA GENERAL Y TEORIA DE LA LITERATURA

Tipo: Tesis

Teseo: 408717 DIALNET

Resumen

Los motivos que nos llevaron a emprender el estudio de la vida y de la obra de Miguel Hernández son de dos órdenes diversos. Por un lado, los proyectos de investigación previos que hemos realizado en la Universidad Nacional de Mar del Plata, referidos a los vínculos entre la tradición culta y la tradición popular en la poética de Antonio Machado primero y en la del propio Miguel Hernández después, nos permitieron advertir la escasez y las limitaciones de las propuestas que exploran la poesía española contemporánea en conexión con las “culturas populares” y sus puntos de contacto, préstamos y permanencias con la “cultura erudita”. En este sentido, la tesis doctoral resulta una suerte de continuación de los intereses y las inquietudes allí presentados. De algún modo, la sola revisión de las categorías de estudio planteadas, tales como los conceptos de “oralidad”, “folclore”, “popular”, “tradicional”, etc., suponen un desafío y una puesta al día necesarios en relación con las indagaciones de las literaturas hispánicas, en este caso puntual “alternativas” a la poesía escrita. Al mismo tiempo, la reescritura de la tradición oral popular en Hernández, leída a la luz de su proyecto creador y de sus tomas de posición ideológicas, involucra una puja con la crítica conservadora en torno a ciertos reduccionismos como el llamado “tradicionalismo hernandiano” y, por ende, una actualización del estado de la cuestión al respecto, en estrecha ligazón con los usos “políticos” de esos materiales. Es decir, la apropiación del acervo popular que el poeta oriolano lleva a cabo entraña mucho más una revitalización y una ponderación crítica de las formas tradicionales, que una práctica poética neutra, alienada o meramente formulaica. Por otro lado, la presencia casi ininterrumpida de los versos y del nombre propio del escritor, devenido como sabemos en símbolo, por los espacios de la vida pública -calles, aeropuertos, metros, entre otros- a lo largo de un período de más de cien años y a pesar de la censura y de la tardía edición de sus obras completas, junto con los actos conmemorativos oficiales y espontáneos que se le dedicaron durante el centenario en 2010, pero también antes, en plena transición política, y la profusa producción editorial destinada a narrar su vida y a investigar su obra, nos hicieron reconocer que el aspecto “popular” de su figura de autor excedía por completo los contornos de su escritura. Se trata de una serie de imágenes fuertemente asentadas en la memoria sentimental, política y musical de la cultura hispanoamericana, una manera de pensar al poeta sin cuestionarse demasiado su innegable afinidad con la “inmensa mayoría” ni la representatividad de esa figura, sujeta a caracterizaciones exageradas, heroicas o monolíticas en más de una oportunidad. Es por esto que, hallamos en esos pliegues de los estudios hernandianos aún no examinados en profundidad, nos referimos a los intercambios entre “lo popular”, “lo culto” y “lo masivo” y sus respectivos “usos”, y al examen, o mejor, deconstrucción de los tópicos asociados a la imagen de escritor hernandiana, un ámbito para introducir nuestra propuesta; tarea que, en principio, se revelaba ardua, dada la variedad y la ingente producción crítica dedicada al escritor de Viento del pueblo, en el marco de la cual todo parecía “haberse dicho”. El presente proyecto, entonces, tiene como objetivo reconstruir la figura de Miguel Hernández como escritor “popular”. La conformación de esta identidad de poeta parece responder a dos núcleos problemáticos. En primer lugar, la figura de escritor forjada desde su misma retórica, dado que su poética opera una decidida apropiación sobre el bastidor de la poesía tradicional popular. En segundo lugar, las imágenes de poeta que se desprenden de otras “textualidades” circulantes en el campo intelectual. En este caso, son relevantes no solo la intervención de Hernández dentro del campo artístico y político de su tiempo, el impacto de su posición “ex-céntrica” en el canon y sus desiguales relaciones con otros poetas, sino también la configuración, más tardía, de una identidad simbólica que aúna imágenes de poeta heredadas del Romanticismo, como el “héroe” o el “mártir” y que, naturalmente, entroncan en la posguerra con ciertas figuras de poeta “social”. En tal sentido, nuestro estudio se ha ceñido a la obra poética de Hernández y a testimonios escritos de diversa índole, tales como epistolarios, biografías, autopoéticas, ensayos críticos coetáneos y posteriores, polémicas actuales, canciones, biografías televisivas, videograbaciones etc., intentando repensar una estética y un hombre en el infinito abanico de posibilidades que ambos brindan. A grandes rasgos y de acuerdo con las conclusiones de la tesis, Miguel Hernández se presenta como “popular” per se , debido a sus orígenes humildes, sus eventuales tareas como pastor y su conciencia proletaria; goza de “popularidad” vista su participación directa en la defensa de la causa republicana y la sostenida circulación de su obra; y ha sido “popularizado”, por esas mismas razones, en las canciones de intérpretes comprometidos del antifranquismo, por ejemplo, en muchas de las composiciones de Enrique Morente, Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez y Adolfo Celdrán. Arraigado en el imaginario y en la cultura españoles, el poeta proyecta los anhelos incumplidos de una comunidad, que, en tanto “resistente”, lo convoca y actualiza, relaciona su conducta con la que persiguen algunos sectores en el presente, entre un proyecto político no clausurado, el de la II República, y una democracia que busca sus “figuras fundadoras”, y encuentra en la vida y en la producción poética de Hernández una fuente de inspiración patriótica. Ejemplo indiscutido de la “resistencia” en términos históricos, en su tiempo y aún luego de su muerte, él representa al intelectual hacedor de un capital simbólico híbrido, el de la cultura popular y el de la cultura culta, y es por esto que se aviene mejor a los postulados de las teorías sobre “lo popular” contemporáneas. En su caso la noción de “hegemonía” resulta poco pertinente, al menos si no se la considera en oposición a los grupos que impugnan su “dominio”, una pluralidad de voces que sustentan la vida “contracultural”. Estos minan los entramados de la “cultura dominante” y generan constantes zonas de disidencia. Si como referimos en varias ocasiones la noción de “popular” se define en “relación con otro”, sistematiza un conjunto de objetos culturales, “usos” y “apropiaciones” excluidos de “lo oficial” o “lo legítimo”, la figura hernandiana, hacia finales de siglo XX, ingresa en el espacio de la contradicción. El oriolano nunca pierde su “aura” inicial, su carácter combativo y rebelde, ni sus facetas más intimistas, pero penetra no ya en el campo intelectual, dentro del cual había sido consagrado durante la guerra, sino en la nómina de los escritores nacionales y, en consecuencia, en el del canon escolar. A pesar de los esfuerzos de la crítica, esto autoriza el encorsetamiento de su imagen, la repetición de esas “verdades cansadas” de las que hablara George Steiner, que, sin embargo, no corroen su popularidad. Ésta persiste, si la pensamos como “modo de estar en el pueblo”, a pesar de sus vínculos con la cultura oficial. Su pasaje de la “cultura popular” a la “cultura culta” es el que le permite alcanzar su condición de “autor”, mas ésta no se concretaría, paradójicamente, sin la “distinción” que le proveen sus saberes populares.