Vivir, enfermar y morir en el Alicante decimonónico1805-1857
- Andreu Nolasco Bonmatí Director
- Josep Bernabeu Mestre Director
Universidad de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante
Fecha de defensa: 18 de enero de 2010
- Josep Lluís Barona Presidente/a
- Salvador Salort Vives Secretario
- Elena Robles González Vocal
- María Isabel Porras Gallo Vocal
- Jon Arrizabalaga Valbuena Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La tesis realizada bajo la modalidad de compendio de publicaciones recoge las investigaciones realizadas sobre algunos de los aspectos relacionados con la evolución de la salud pública en el ámbito local alicantino durante la primera mitad del siglo XIX. Los resultados ayudan a explicar el espeso entramado de conflictos y dificultades que frenó a lo largo de los años estudiados la posibilidad de mejorar las condiciones de vida y de salubridad de la mayoría de los habitantes de la ciudad de Alicante hasta bien entrado el siglo XX. El estudio del estado de salud de la población alicantina en la primera mitad del siglo XIX merecía un estudio más detallado porque es el inicio de un largo proceso que acabará dando sus frutos en algunos aspectos concretos a finales del ochocientos y en la consolidación de la modernización de la ciudad de Alicante en las primeras décadas del siglo XX. El contexto político-administrativo del Alicante del siglo XIX, que se inició con la división del país en provincias, centralizó progresivamente la gestión municipal jerarquizando sus funciones. La condición de plaza fuerte de la ciudad de Alicante relegó la transformación urbana a los intereses militares y posteriormente los objetivos del gobierno central se impusieron sobre muchas de las necesidades locales. Tras la revisión de la principal normativa que abordó los problemas medioambientales hemos analizado cuáles de estas medidas tuvieron una aplicación en Alicante. Tras la epidemia de cólera de 1834, se intensificó el interés y la preocupación para eliminar y dar cauce a las aguas estancadas. En torno a 1849 la invasión de Francia por una nueva epidemia de cólera morbo estimuló a las autoridades centrales a dictar múltiples medidas relacionadas con la salud pública. Los principales focos insalubres denunciados en la ciudad correspondían al deficiente alcantarillado, al control de los lavaderos y la limpieza de las fuentes públicas, a la eliminación de los residuos urbanos y de las algas del malecón. También la salubridad de los alimentos, la higiene de calles y casas y la lucha contra la hidrofobia estaba entre los principales objetivos en materia de salud pública, además del control de los mendigos y de los pobres. Sin embargo, a pesar del esfuerzo por priorizar las actuaciones en salud pública estas continuaron sin materializarse. Las medidas concretas en salud pública fueron paulatinamente especificándose en el ámbito local a través de las Ordenanzas de Policía Urbana y Rural y de los Reglamentos de la Plaza Mercado. La lucha contra las epidemias que invadieron la ciudad de Alicante en este período sufrió un cambio. En 1804 las medidas adoptadas en la epidemia de fiebre amarilla siguieron una tradición basada en los aislamientos y reforzada desde el gobierno central que se decantó por la opinión contagionista, a pesar de los perjuicios causados al comercio y a la población de las localidades afectadas. Las siguientes epidemias de1834 y 1854 fueron causadas por el cólera morbo asiático y en ellas primaron las razones médicas anticontagionistas que fueron adoptadas por los políticos para cuestionar los tradicionales aislamientos y proponer otro tipo de medidas preventivas que impidieran la paralización del comercio y de la actividad económica de la ciudad. La prevención se centró en detectar y corregir los posibles focos insalubres y en promocionar la higiene, al menos en teoría, como medio de prevenir las enfermedades. Se constata asimismo la introducción en la ciudad de Alicante de la tendencia homeopática por parte de los médicos Vallcanera y Ausó que fue muy debatida por los médicos partidarios de la medicina tradicional pero muestra la permeabilidad de las ciudades periféricas, como la de Alicante, a las innovaciones teóricas en materia médica. La aplicación de la vacunación antivariólica en el Alicante decimonónico se caracterizó por su falta de constancia causada, entre otras cosas, por la falta de una infraestructura estable que lo permitiese, y la ausencia de una legislación que obligase a la vacunación, la resistencia por parte de la población a someterse al procedimiento y el intrusismo en la práctica que provocaba accidentes que retraían la confianza de los vecinos, aparte de la mala calidad del pus o linfa con el que debía procederse a inmunizar a los niños. En relación con la asistencia nosocomial, los dos hospitales que existían en el interior del recinto amurallado se reunieron en 1839 en el Barrio de San Antón. Aunque mantuvo la asistencia de los pobres enfermos se convirtió en provincial y paulatinamente fue aumentando el número de ingresos de hombres ligados a la Real Hacienda y otras instituciones que abonaban sus estancias. Por último, la asistencia benéfica, sufrió en este periodo modificaciones importantes. La desamortización emprendida desarticuló la red caritativa asistencial sin crear una alternativa más estable y menos filantrópica o voluntaria lo que redundó en perjuicio de las clases más vulnerables socialmente sujetas a los vaivenes económicos y sobre todo a la carestía de los artículos de primera necesidad. Podemos concluir afirmando que la falta crónica de recursos municipales, la inestabilidad política y social, la ineficacia de una administración en continua reforma a lo largo del ochocientos, junto con la falta de un plan concreto a largo plazo, coadyuvaron en la lentitud con la que se abordó la mejora de las infraestructuras y servicios relacionados con el estado de salubridad en el ámbito municipal por lo que no se detectan actuaciones decisivas durante la primera mitad del siglo XIX.