La significación social de los espacios públicos

  1. Martínez Gutiérrez, Emilio Martín
Revista:
Mediterráneo económico
  1. Capel Sáez, Horacio (coord.)

ISSN: 1698-3726

Any de publicació: 2003

Títol de l'exemplar: Ciudades, arquitectura y espacio urbano

Número: 3

Pàgines: 115-130

Tipus: Article

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Resum

De un tiempo a esta parte la literatura urbanística se ha hecho eco de la existencia de cierto malestar ante el rumbo y cariz que ha tomado la configuración de nuestras ciudades, o lo que queda de ellas. Compartido por quienes se enfrentan a la dinámica urbana actual desde la reflexión y/o el ejercicio profesional y por aquellos que la sufren en su condición de habitantes, este malestar podría interpretarse como un extrañamiento -cognitivo, práctico y afectivo- respecto a la ciudad determinado por la pérdida del control público preciso sobre los parámetros de la actividad urbanística y, en correspondencia, por la no consideración de la ciudad como totalidad social significante y proyecto convivencial. Los procesos de suburbanización y ocupación de suelos periféricos a expensas de una ciudad cuya estructura material, funcional y social apenas es ya aprehensible en términos sencillos, no han hecho sino acentuarse en los últimos años al hilo de una globalización que opera como contexto, pretexto y motivo suficiente. En la sociedad-red (Castells, 1996) surge una nueva espacialidad donde el espacio de los flujos predomina sobre el espacio de los lugares, alterando la forma, la función y el significado de éstos. Qué duda cabe de que los lugares permanecen, que la experiencia social se ata a ellos, articulando con más o menos éxito la cotidianidad; pero, con todo, esos entornos hay que ordenarlos. La mundialización del liberalismo y sus exigencias de desregulación, flexibilidad y liberalización de los mercados, apoyándose en los avances de las tecnologías de la información y la comunicación, dan lugar a formas socioterritoriales de articulación tan compleja como inestable. Esto podemos observarlo en los procesos de suburbanización sin ciudad, en la transformación de los centros urbanos forzada por las leyes de la competencia interurbana y la demanda de conectividad global; en una creciente espacialización de las actividades que rompe la contigüidad e impone tiempos discontinuos en el desarrollo del trabajo, en la vida cotidiana y en nuestra propia experiencia urbana; en la lógica diferencial y flexible de la localización industrial, comercial y de los servicios; en la formación de enclaves residenciales que responden a una ecología de la diferenciación social, de la inseguridad y del miedo; en el aburguesamiento planificado de algunos sectores de nuestros centros históricos, afectados también por el simulacro “temático” en las actuaciones; y, por último, lo observamos en la ruptura de la compacidad y la diversidad asociada tradicionalmente a la idea de ciudad, especialmente en el área mediterránea. Mientras tanto, el resto urbano sobrevive en “metápolis” quién sabe si en un movimiento de inercia o de coraje.